Alberto Rahim
Alberto Rahim en busca del surco perfecto.
“No vienen a escuchar buena música. Beben demasiado, hablan a gritos. No soporto a esos burros que no respetan a los que han venido a escuchar buena música.”
Miles Davis.
¿Quien desea sentarse en una mesa con gente como ésa? Eso mismo se preguntaba Miles. La basura significa el otro lado del límite. Es un límite que lo ha invadido todo con los ojos desencajados. A veces sentimos el deseo de encajar en una cultura más homogénea. En estos momentos la histeria “POP” es la rabia narcisista de un pasatiempos de la industria bastarda, y que emotiva precisamente al espectador, como relleno de monedas metidas en el culo, computerizada. Si la música desea responder a la realidad, estas imágenes sólo requieren de una actitud, como la que está desarrollando la brillante actividad de Alberto Rahim. Pueden volver adquirir cierta dignidad de significado gracias a la propia música narrativa.
Pocas biografías pueden haber tan confusas. Algunos le pueden recordar cantando en una banda punk a finales de los 1990s. Otros como DJ residente del Nasti Club, en Madrid, compartiendo cartel con 2 Many DJ’s o Erol Alkan. También has podido leerle en la querida revista Enlace Funk desde sus orígenes o haber seguido su webzine nerdsoundsystem a principios de esta década o su emisión radiofónica Radio Rahim, en antena de 1990 a 2007. Lo único en común en todo ello es la música. Verdadero amor por ella.
Desde 2007 reside en la Ciudad de México, donde es co-responsable del programa Soulimbo, que se ha convertido en un referente para aquellos que buscan desvelar el secreto de la música de la diáspora africana. En esta sesión consigue que dejes de pensar que el pop es una mala palabra. Grandes músicos de jazz llevaron sus melodías a esa otra esfera donde las notas pueden volar en libertad.
Desde la apertura en 2011 de la tienda Palé, Rahim coordina el proyecto Martesitos de Podcast que, cada martes, con invitados reales -David DJ, Miguel Ángel Sutil, DJ Psychocandy o Talbot, entre otros- o imaginarios, ofrece un trayecto musical con amplitud de miras.
